La escuela primaria mexicana laica, popular y gratuita
El siglo XX mexicano inicia con una escuela primaria donde
domina el trabajo, el silencio y el orden, donde se pretende desarrollar una
educación integral y en la que se ha distinguido claramente la diferencia entre
educar e instruir, asumiendo la escuela pública como tarea central la de
educar.
No obstante esa herencia del siglo XIX, el desarrollo y
evolución de la educación primaria en el siglo XX, sus vicisitudes, su
cobertura y apoyos; sus contenidos y planes de estudio, sus formas de trabajo y
enfoques, están ligados a la Revolución mexicana, a su aliento e impulso. El
mismo decreto que ordena la creación de las escuelas rudimentarias (1911), es
el preámbulo de este cambio, pues reconoce, tardíamente, lo imposible de
construir la nacionalidad mexicana si los indígenas, las dos terceras partes de
la población, carecen de la comunidad de lenguaje.
El porfiriato había desarrollado la escuela primaria, pero
la educación era básicamente urbana, para la clase media y alta, la atención a
la población rural y a la clase obrera era mínima. A pesar de tener un enorme
número de analfabetas y una población mayoritariamente rural, los distintos
gobiernos del siglo XIX no se propusieron como política, llevar la educación a
los sectores más desprotegidos. Será hasta después de la Revolución mexicana
cuando se impulse una vigorosa política de Estado en materia educativa, y la
SEP será el pivote de la escuela rural mexicana con sus distintos énfasis y
etapas, y de la educación laica, pública, gratuita y popular de nuestro país.
Así nos encontramos que los investigadores del sistema
educativo mexicano han dividido el desarrollo de la educación del siglo XX en
diferentes etapas. Por ejemplo, Latapí nos habla de cinco proyectos
sobrepuestos:
a) el original de Vasconcelos (1921), adicionado por las
experiencias de la educación rural de los años que siguieron a la Revolución;
b) el socialista (1934-1946); el tecnológico, orientado a la industrialización,
puesto en marcha desde Calles y Cárdenas por influencia de Moisés Sáenz (1928);
d) el de “la escuela de unidad nacional” (1943-1958), y e) el modernizador, hoy
dominante, cuyo despegue puede situarse a principios de los setenta”
A su vez, Ornelas hace su propia división del sistema
educativo mexicano partiendo de analizar la filosofía del sistema educativo
mexicano. En razón de ello señala cinco proyectos: la educación laica
(1917-1934), el interregno socialista (1934-1946), la unidad nacional
(1946-1980), los albores de la modernización de la educación (1980-1992) y la
transición de la década de los noventa (1992-).
Los historiadores han hecho otra subdivisión. Por ejemplo,
la clasificación que Meneses hace de un primer periodo, 1911-1934, que a su vez
subdivide en varias etapas:
1) preparación de la escuela popular (1911-1914) con los
ensayos titubeantes de Madero, Huerta y los primeros años de Carranza; 2)
creación de la escuela popular (1915), con la ley del gobernador de Veracruz
Cándido Aguilar; 3) grave crisis producida por la municipalización (1917-1920)
que afecta a la recién fundada escuela popular; 4) edad de oro, con la creación
de la SEP (1921-1925); 5) una segunda crisis (1926-1934) debida a la
persecución religiosa y a los inestables gobiernos del maximato, acompañada de
momentáneos destellos de progreso, obra de los secretarios Aarón Sáenz, Puig y
del mismo Bassols.
Empero, podemos afirmar que independientemente del nombre
que se le dé, el espacio que abarca de 1921 a 1940 corresponde a una misma
etapa, resultado del gran impulso generado por el movimiento armado de
1910-1917 y que se concretó en el artículo 3º. Constitucional de 1917. Ese
período llamado por algunos populista, es el momento del gran impulso a la
educación rural y que abarca distintos momentos: la escuela rural, las misiones
culturales, los centros culturales, las casas del pueblo y la educación
socialista, prevaleciendo de manera general, lo que conocemos como escuela de
la acción.
De 1940 a 1958 se puede ubicar otra etapa: la llamada de la
unidad nacional (aunque desde nuestra independencia el propósito de la
educación pública, ha sido ese, la unidad nacional). Esta etapa incluye la
unificación de los planes de estudio de la educación primaria y normal,
perdiéndose la distinción entre lo rural y lo urbano, una nueva Ley Orgánica de
la Educación Pública de 1941, la modificación del Art. 3º. Constitucional y el
crecimiento de la educación pública sobre todo en las zonas urbanas. Una
tercera etapa la ubicamos de 1959 a 1982, cuando, ante la demanda creciente de
educación básica y el abandono de la educación rural, el gobierno federal toma
nuevas medidas para ampliar la cobertura educativa: en esta etapa se encuentra
el Plan de Once años, los intentos de planificación integral de la educación,
la Reforma educativa de 1972, hasta lograr la cobertura casi universal de la
educación primaria. A partir de 1982 se inicia un proceso de cambios
paulatinos, de una “nueva modernización” sobre todo en el campo económico, y
una reforma del Estado que en lo educativo culminará con la firma del Acuerdo
Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1992 y que dio
origen a una nueva relación entre la Secretaría de Educación Pública, los
gobiernos estatales y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE).
El impulso a la escuela rural
Es necesario decir que la historia de la educación primaria
es en gran medida, y sobre todo hasta 1940, la de la educación rural, sin que
ello signifique que no hay una educación urbana, después de esa fecha la
historia está mas referida a la escuela primaria en general, tanto rural como
urbana, aunque la política educativa puso especial énfasis en esta última.
Remontémonos unos años atrás. En las postrimerías del
porfiriato se creó, en 1905, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas
Artes, antecedente inmediato de la actual Secretaría de Educación, quedando
bajo la dirección de JUSTO SIERRA MÉNDEZ, quien convocó en marzo de 1910 a la
realización del Tercer Congreso de Educación Primaria, continuación de los dos
anteriores realizados entre 1889-1891, convocados por el entonces secretario de
Justicia e Instrucción Pública JOAQUÍN BARANDA. La Comisión organizadora del
Tercer Congreso estuvo formada por GREGORIO TORRES QUINTERO Jefe de la Sección
de Educación Primaria y por DANIEL DELGADILLO, Secretario de la Dirección de
Educación Primaria. Los temas que se iban a tratar eran los siguientes: la
uniformidad de la educación, la atención a la educación indígena, la revisión
del cumplimiento de los acuerdos de los dos congresos anteriores y el papel de
la escuela en la campaña antialcohólica. El Congreso se realizó del 13 al 24 de
septiembre, y el día 22 se inauguraba la Universidad Nacional de México, (UNM)
ambos acontecimientos en el marco de la celebración del centenario de la
Independencia. El Congreso desaprovechó una excelente oportunidad, pues los
temas a tratar eran importantes y por demás urgentes, sin embargo, el resultado
fue una serie de informes sobre la educación primaria.
Poco antes de la caída de Porfirio Díaz, JORGE VERA ESTAÑOL
propuso una Ley de Instrucción Rudimentaria, -basada en un proyecto de Torres
Quintero- la cual es puesta en marcha por el gobierno interino de Francisco
León de la Barra, el 7 de junio de 1911 y cuyo objetivo era proporcionar
educación al pueblo, principalmente a los indígenas. La escuela rudimentaria,
como su nombre lo indica, se propuso enseñar a los indígenas a hablar, leer y
escribir en español y a manejar las operaciones elementales de cálculo, duraría
dos cursos anuales y no sería obligatoria. Las escuelas se establecerían en las
regiones de mayor número de analfabetas.
Meses después ALBERTO J. PANI, subsecretario de Instrucción
Pública y Bellas Artes, publicó un estudio sobre dicha Ley y señaló entre las
principales dificultades para su aplicación: la población tan grande a la que
había que alfabetizar (más de 10 millones en su mayoría indígenas y con una
pluralidad lingüística y de dialectos difícil de unificar en una política común);
lo insuficiente del presupuesto, ya que se requerían más de 40 millones de
pesos anuales y se proporcionaron 300 mil al principio y luego 160 mil; y,
finalmente, la premura con la que se elaboró la ley y su deficiencia en
considerar una educación integral.
Las escuelas rudimentarias fueron tema importante a discutir
en el Segundo Congreso Nacional de Educación Primaria (1912) ya que constituían
el primer paso para satisfacer una necesidad imperiosa olvidada por muchos
años: atender a la mayoría de la población, educándola para integrarlos al
desarrollo del país. como ciudadanos responsables. Para 1912, a menos de un año
de su creación, Torres Quintero informó que había 88 escuelas en plena
actividad, en octubre se crearían 118 más, cada escuela tenía aproximadamente
50 alumnos.
Aunque el presidente Madero (1911-1913) había prometido
ampliar la educación, lo limitado del presupuesto no le permitió hacerlo, por
lo que se concentró en el apoyo a la educación rudimentaria. Su creación y
ampliación se comprende como parte del proceso de federalización de la
educación que se había establecido a raíz de la creación de la Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes.
Durante el gobierno de Victoriano Huerta (1913-1914) es
nombrado Secretario de Instrucción Vera Estañol, quien impulsó decididamente
las escuelas rudimentarias; se propuso construir 5 mil y para ello logró un
presupuesto de 4.5 millones de pesos. Al renunciar, pocos meses después, la
escuela rudimentaria fue suspendida.
Con Venustiano Carranza como Primer jefe del Ejército
Constitucionalista, (1913-1917) la educación pública da un giro de 180 grados:
la Secretaría, aún sin cumplir 10 años de creada empieza a ser desmantelada,
aduciendo que se había convertido en un nido de corrupción y favoritismos. En
realidad FÉLIX A PALAVICINI, encargado de la Secretaría, al igual que Carranza,
eran unos liberales clásicos, convencidos de que el Estado debía participar
poco en las tareas públicas; por lo tanto la educación debía ser
responsabilidad de los estados y municipios. A fines de 1915, Carranza había
declarado a la prensa extranjera, “México tendrá dentro de poco tantas escuelas
como les sea posible edificar a las autoridades municipales y del estado”.
México, decía Palavicini, debía imitar los sistemas
federales de Norteamérica y Suiza. Fue así como las escuelas rudimentarias,
todas ellas federales, pasaron también a control de los municipios y los
estados. Promulgada la nueva Constitución, el 5 de febrero de 1917, la
Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes desapareció oficialmente,
quedando la educación bajo control de los estados y municipios, tal como lo
estipulaba el Art. 3º. Constitucional, recién aprobado.
Como resultado de esta nueva organización, las escuelas de
la capital pasaron a depender del Ayuntamiento. Dos años después, y ante la
incapacidad del municipio capitalino para atender debidamente a las escuelas,
el gobierno federal asumió de nueva cuenta su control pasando a depender del
Departamento de Educación Pública.
Muy bien, muy buena información.
ResponderBorrarmuy completa la información
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